jueves, 18 de abril de 2019

Cristales de sal común (Cloruro de sodio)

Hoy trataremos de exponer nuestras experiencias con los cristales de cloruro de sodio. En principio la materia prima es barata y sencilla de conseguir. El cloruro de sodio presenta como peculiaridad que la su solubilidad aumenta muy poco al ir aumentando la temperatura, permaneciendo prácticamente constante. Es por ello que no es viable la formación de cristales por enfriamiento. Al igual que con los cristales de sulfato de cobre, los formaremos mediante evaporación de una disolución saturada. 

Veamos las etapas a seguir:

1) En un vaso de precipitados se añaden agua y sal hasta llegar al momento que por mucho que se agite, no se disuelva más sal. 
Hemos comprobado que es bueno dejar el recipiente con un poco de sal reposar de un día a otro. Primero porque se asientan las partículas en suspensión en la disolución salina y no actúan como semillas en la formación de cristales y segundo porque se observa que se disuelve parte de esta sal, lo que indica que la disolución no estaba realmente saturada. Esto último puede ser debido a que al tratarse de un proceso endotérmico (absorber energía), llega el momento en que la disolución está tan fría que no sigue disolviendo más sal, por lo que parece estar saturada. Con el paso del tiempo se toma calor del entorno y se disuelve más sal.








2) Se vierte la disolución en unos cristalizadores u otros recipientes de gran superficie y se deja pasar unos días.

3) Pasado el tiempo la disolución se va evaporando, convirtiéndose en una disolución sobresaturada. Se comienzan a formar clusters  o núcleos de cristalización que van creciendo conforme se evapora más disolvente.

4) Una vez se ha evaporado suficiente disolvente, podemos separar los cristales de sal cuadrados que se han ido formado. Este proceso se lleva a cabo preferiblemente con guantes para evitar el contacto de la grasa de la piel con el cristal, lo que podría conllevar problemas en su posterior recrecimiento.

5) Se repiten los pasos 1) y 2), añadiendo los cristales obtenidos como semillas para favorecer su crecimiento. Este proceso se puede llevar a cabo tantas veces como se quiera.

Si bien es cierto que los cristales de sal son de menor tamaño que los de sulfato de cobre o de ADP, resulta más gratificante su obtención y también son realmente bonitos.
Aunque se puede pensar que ponerlos cerca de una corriente de aire puede ayudar con la formación de cristales por evaporación, las perturbaciones creadas por las corrientes y la presencia de partículas en éstas favorecen la formación de de demasiados núcleos de cristalización lo que se opone a su óptimo crecimiento.

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